Ya han pasado 20 años del debut mundialista más impactante. O uno de los más impactantes.

Os pongo en situación: Año 1993.

La carrera inaugural de 250 se va a celebrar en Eastern Creek/Australia y todas las miradas están puestas en John Kocinski y su Suzuki RGV 250 (a escala de la 500), Loris Capirossi (doble campeón del mundo de 125), Tadayuki Okada (Honda NSR), Max Biaggi, Aoki, Romboni, Bradl, Reggiani, Cardús, Ruggia y una cantidad de nombres más que, no voy a ponerlos todos, pero que sólo con oirlos ya imponen respeto.

Poca gente prestó atención al novato japonés de casco rosa que no conocía ningún circuito y que con una Yamaha TZM de inferiores prestaciones se había colado en la parte de arriba de la tabla de tiempos.

Con un pilotaje de libro (se le llamaba el Maestro), dió la campanada. Y bien grande. 14 carreras más tarde se proclamó campeón del mundo en el circuito del Jarama ante un nervioso Capirossi que no supo estar a la altura (como lo tampoco lo supo hacer cinco años mas tarde en Argentina, pero eso es otra historia).

Os dejo que disfrutéis de una carrera que viendo el final, no puedo evitar pensar en Nakano-Jacque:

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