Si amas las motos y no te importa sufrir de amor, cómprate una moto nueva, a ser posible el último modelo 2015/2016 que aún no ha llegado a las tiendas. Prepárate para padecer.

Si por el contrario quieres disfrutar de la moto y de la conducción sin tener que vivir preocupado, cómprate un “hierro” barato y viejo de tercera o cuarta mano (y si puede ser carente de personalidad, mejor aún). Prepárate para vivir la moto sin más.

En cuanto os lo explique, seguro que me vais a entender, porque imagino que vosotros como motoadictos, seréis igual que yo o peor.

Tengo el privilegio de haber estrenado motos desde los 21 (ahora tengo 38 años), de modo que siempre he “sufrido” por ello. Soy un tipo MUY CUIDADOSO, mis motos han estado mantenidas de un modo excelente, casi enfermizo. Por supuesto, estrenar una moto y sacarla del concesionario con 0 Km en el odómetro es algo único, casi místico. Pero superado el éxtasis inicial y los nervios de llegar a la gasolinera, llenar el depósito y hacer el rodaje, lo que va detrás siempre es sufrimiento.

Llegas a tu destino, vas a aparcar y ningún sitio es bueno porque no paras de padecer. Piensas: Aquí seguro que está a la vista de mucha gente y nadie le hace nada. Pero al rato rectificas: No, aquí al estar a la vista se subirá todo el mundo a tocarla e igual se cae. Y le pones un candado, un bloqueo de disco y el bloqueo de dirección. Y si has quedado con alguien, procuras tomar algo cerca para tenerla a la vista.

 

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Cuando vas conduciendo por carretera vas en sexta velocidad con una velocidad de crucero de 90/100 Km/h para no gastar el motor (ni dejar cuadrados lo neumáticos). No la gastas por ciudad porque puede coger temperatura y porque debe ser libre por carreteras.

El lavado de la moto es concienzudo; sin agua (o con poca) y estudiando con detenimiento nuevos detalles de la moto que no conocías. Y sigues dándole con toallitas de bebé a las llantas para que brillen.

 

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Otro gran problema es el momento de pasar la revisión. Piensas que todos los aceites del mercado no tienen la suficiente calidad para cuidar y mantener tu mecánica en perfecto estado. Y te sumerges en estudios para saber qué tipo de lubricante y marca le conviene a tu motor. Y le pones la cabeza como un bombo a tu mecánico de confianza. Lo del tema de la gasolina es otro asunto importante, son todas de pésima calidad para extraer lo mejor de tu moto. Y sale la duda de 98 o 95 octanos. O la grasa de la cadena. Uffff. ¿El seguro? Uno que blinde y proteja a tu moto contra todo.

Y así pasa el tiempo mientras tu moto está mejor cuidada que tu mismo y con una lista de accesorios que ha ido creciendo al mismo tiempo que mermaba tu economía.

Así he estado yo durante muchos años y estoy de nuevo por la compra reciente de una moto que me quita el sueño, una Aprilia Tuono Factory. A esa moto le he llamado Mónica Bellucci. No es nueva, es de segunda mano, pero para mi es «la nueva». Es italiana, es elegante, es distinguida, es bella, es única…¡es mi amante! Sólo tengo ojos para ella.

 

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Por el contrario, tengo también en el garaje una moto vetusta que como decía al principio, me está dando todo tipo de satisfacciones sin pedir nada a cambio, es fabuloso. Nunca había sido tan feliz y “libre” con una moto.

Es una YZF 750 de 1993, ya os he hablado de ella en otros artículos, la bauticé como Asia Carrera por aquello de ser una estrella para los adultos de los 90 y que hace de todo (tanto la moto como la actriz, jeje) Me la vendió un amigo a precio de siniestro. La restauré sin más pretensión que la de usarla en el día a día (no tengo coche y no me gustan los scooters).

 

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Es genial. Es sólo felicidad motera sin sufrimiento. Llegas a un sitio, aparcas. No le pongo ni candado (a lo sumo el bloqueo de dirección) ¿quién se querría llevar una moto de 22 años? Y ni la miras porque cuando sales de hacer gestiones sigue estando ahí, esperando paciente para arrancar de nuevo.

Cuando la he lavado (sólo dos veces) he sido rápido: Manguerazo de agua a presión y en marcha, ya se secará con el viento.

Vas por carretera y las cosas son distintas. Voy siempre bastante más “ligero” que con Mónica porque a Asia le da todo igual. Además, le he puesto unos neumáticos turismo (Maxxis M6029) para no tener ni que pensar en si se cuadran por el centro…

¿Revisión? ¿Aceite? Limpia el filtro de aire y va que se mata. ¡Pero si traga 2 litros de aceite cada 1000 Km que cambio va a necesitar! Gasolina, la barata, la de 95 que además no se nota nada la leyenda urbana de los 98 octanos. Y grasa de cadena por supuesto, pero la que sea, me da igual. El seguro es el básico de terceros, con asistencia en carretera y poco más. No vaya a ser que la póliza cueste más que la moto, por favor.

 

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Y entonces te das cuenta de que tu utilitario (en mi caso, Asia Carrera/YZF 750) me da todo sin pedir nada a cambio. Arrancas y va, te desplazas, te da diversión en el día a día, en el fin de semana, los gastos en revisiones y consumibles son mínimos por no decir inexistentes, mi pareja va muy cómoda en ella, nos protege del aire, es fiable, te hace disfrutar y centrarte únicamente en la conducción, es la moto perfecta y podría ser la moto para todo…

…salvo porque no me quita el sueño ni me hace sentir palpitaciones como Mónica Bellucci cuando la saco de vez en cuando.

¿Sois de sufrir, de disfrutar o las dos cosas?

 

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