El año en el que Aspar se dió cuenta que la juventud empujaba muy, muy fuerte. Más no se pudo hacer. Había llegado el momento del relevo generacional, ley suprema del motociclismo.
El año en el que Aspar se dió cuenta que la juventud empujaba muy, muy fuerte. Más no se pudo hacer. Había llegado el momento del relevo generacional, ley suprema del motociclismo.