El día 19 de marzo, como todos sabéis, es el día del padre. Un invento para que todos consumamos más o regalemos por sistema…
Pero dejando el asunto de celebrar los días de cada miembro de la familia para comprar más, me ha dado por pensar en el orgullo del padre sobre sus hijos, el orgullo sobre los hechos de su prole.
Y enseguida pienso en Kenny Roberts Jr, el único piloto que ha conseguido ser campeón como su padre en 500. Nunca lo ha tenido fácil, ni mucho menos.
Menuda presión, desde que naces, encima de una moto y con el apellido del «marciano» acompañándote a todos los sitios.
Empiezas a correr bajo las órdenes del equipo más fuerte del mundo, donde tu padre es el jefe y para que los demás no crean que tienes trato de favor, te exige mucho más que a los demás. Y acabas corriendo con motos poco competitivas como las YZR500 en sus horas bajas, las Modenas o las Suzuki.
Pero resulta que tantos años de duro entrenamiento con tu padre sumado a la escuela de haber llevado «botijos», hace que a la mínima oportunidad de llevar una moto decente y que se celebren más carreras en mojado que de costumbre (donde la potencia no es un plus) te hacen campeón. Por fin puedes quitarte la presión que te ha acompañado toda tu vida.
Los años siguientes, confiando en una marca que poco más puede ofrecer tecnicamente en la nueva categoría de MotoGp (aparte de mucho dinero en tu contrato), son de transición hasta acabar de nuevo ayudando a tu padre.
Dejando siempre claro que tus horas de dirt track han servido de algo y demostrando a tu padre, que más no se puede hacer con esa moto.
Incluso rodando con él, codo con codo, para ver donde está el error.
Por todo lo escrito y como padre que soy, ya puede estar Kenny Roberts padre orgulloso de los logros de su hijo, que no han sido pocos.
Y como buen padre que es, lo está, ya lo creo que lo está. Mirad sino como tiene la moto subcampeona del 98 y la campeona del 99 escoltando a la suya…
O todas con las que han corrido sus hijos…
Dedicado a todos los padres. Moteros y no moteros.