Quizá porque encontramos aliados que nos entienden, quizá porque cuando vamos en moto somos felices y por ende, más receptivos pero lo cierto es que con moto, es fácil conocer gente/hacer nuevas amistades.
Es habitual en los circuitos la camaradería entre pilotos. Incluso cuando la presión de la competición (llámese dinero y patrocinadores) es muy fuerte, se ven detalles de compadreo de vez en cuando.
Así es como conocí a Manuel Téllez, compartiendo box en una rodada. A un ¿Y tú en cuanto ruedas? le siguió un ¡Dame rueda! y muchas batallitas mientras esperábamos que dejara de llover.
Lo siguiente fue echarle un cable como machaca para todo en su carrera en la Copa de España/Motodes. Y ese día, quedamos en que yo, como enamorado confeso y convencido del Jarama que soy, tenía que ir a visitarlo el día 12 de octubre, fecha en la que se celebraban las carreras del RACE.
“Tú te vienes y sólo te preocupas de rodar, lo demás es cosa mía” – No dio opción a la negativa, tenía que ir y además, a cuerpo de rey.
Se lo comenté a tres amigos y al finalizar la frase “rodar en el Jarama”, ya habían alquilado furgoneta para meter las motos y reservado plaza para rodar.
El sábado 12 llegamos al viejo Jarama a las 11:30. Para los que no conozcáis el añejo circuito, deciros que está que se cae, las instalaciones son precarias y pequeñas, el asfalto parece una pista de enduro por los baches y para colmo, las urbanizaciones que se pusieron años después pegadas al circuito, tienen la desfachatez de quejarse por el ruido, de modo que hay limitaciones acústicas y no puedes ir al máximo en un tramo porque molesta, es algo casi cómico.
Aparcamos la furgoneta y fuimos a hacer la inscripción, ver los boxes y el ambiente; había hasta una concentración de un Club de Honda MBX 75.
A mí, el paddock del RACE me pareció algo muy de estar por casa, muy de estar entre amigos. Un box lleno de niños correteando, un box con una moto de calle con la preparación básica de unas fibras/dorsal y otro box vacío con toda la gente fuera haciendo una buena barbacoa. Algo muy cercano, muy casero, me sentí cómodo sin tanto profesionalismo y formalismo.
Nos inscribimos en el Box 37, que era donde la empresa “LMR POWER” tenía montada su oficina y donde Manuel Téllez #77 tenía montado su equipo y una exposición de sofás/tapizados; el tío se había montado una mini-feria del mueble.
Él ya estaba con sus entrenos/carrera, así que aprovechamos para ir a la cafetería y picar algo. Cuando acabó la carrera, pude ver a Téllez haciendo caballitos y jaleando las tribunas casi vacías, eso es actitud y respeto por el público, se le veía feliz.
Nos pusimos a descargar las motos y ponerlas a punto. Desde nuestro furgón pudimos ver a las 1000 subiendo Pegaso, tremendo.
Acabada la carrera, vimos a un tipo instando al personal a aplaudir a golpe de acelerador y quemada de rueda. Y la poca gente que había, lo agradeció. Era de nuevo Téllez 77, que personaje.
Tras la carrera y con una celeridad estresante, comenzaron las tandas. Patricia de “LMR”, nos pasó al Box 37 de Téllez y donde había sofás, ahora estaban nuestras motos.
Apareció Manuel y nos dimos un gran abrazo, como si nos conociéramos de toda la vida…y era la tercera que nos veíamos. Empatía motera.
Hablamos de resultados, de carreras, de tiempos, de cómo llevaba el cansancio de los entrenos más las carreras (corrió las dos categorías) y me dice: ¡Ahora salgo a rodar con vosotros!. Eso son ganas, uff.
Fueron pasando las tandas mientras disfrutábamos de una puesta de sol en el Jarama. Y Téllez seguía rodando sin descanso, su nivel de moto adicción es de los más elevados que he visto.
Hasta que fueron las 19, hora en que tras muchas frenadas, derrapadas y pasadas por la Hípica, llegó el momento de cargar motos. Ayudamos a Manuel con sus sofás y nos pusimos a cargar nuestras motos. A los dos minutos lo teníamos en la furgoneta:” ¿Os echo un cable?. Pon esto así, esto allá, esta cincha es mejor…”
Hasta que como valenciano que soy me salió del alma un típico: ¡Che nano, adelanta lo tuyo y déjanos a nosotros que somos cuatro! Y se fue murmurando: ¡Nano, nanoooo, nanooo!
Después me acerqué al box a recoger trastos que nos faltaban y lo vi ayudando a cargar motos de otra gente, desmontándose él solito todo su box/stand con destornillador en mano y cargando tableros. Mis amigos me preguntaron: Y este ¿de dónde saca las fuerzas?
A las 20 conseguimos convencerle para que se fuera, sólo nos quedaba ducharnos y a casa.
Y así fue nuestro día en el Jarama con Manuel Téllez. Lo más curioso es que no tengo la más remota idea de quién es, de a qué se dedica exactamente, su vida social, familiar, de dónde viene, si lo volveré a ver…A excepción de su moto, su nombre y su dorsal, no sé nada de él.
Pero durante mis 9 horas en el Jarama me hizo sentir como en casa, no nos faltó de nada, hablamos de motos y lo más importante, lo pasamos genial, nadie se cayó y el rodó en 43” ¿Qué más se puede pedir?
Y por esa camaradería motera (que ojalá pueda compartir con más gente), por el RACE y por el Jarama, tenía que escribir esta crónica.
Va por ustedes.